Toda Viena y sus visitantes inician el Nuevo Año bailando por el Sendero de San Silvestre. El casco antiguo ofrece música festiva para todos los gustos en numerosos escenarios, hasta que al sonar la medianoche todos empiezan a bailar el vals.
Desde siempre los vieneses saben celebrar las fiestas, especialmente en Nochevieja. Los preparativos para el cambio de año empiezan ya tras las fiestas de Navidad con los mercadillos de Año Nuevo. El Mercadillo de Año Nuevo ante el Palacio de Schönbrunn, la Aldea de Nochevieja en la Maria-Theresien-Platz y el Mercadillo de invierno de la Plaza de la Noria Gigante del Prater permiten adquirir amuletos y objetos de artesanía y gozar de la gastronomía y la música.
En la tarde del día de San Silvestre, a las 14 h., empieza la gran fiesta. Los que están impacientes o los que temen pisar a su compañero o compañera de baile a la hora de bailar el Vals del Danubio se dirigen hacia la plaza del Graben, en el casco antiguo. Las escuelas de baile de Viena muestran allí cómo funciona el compás del tres por cuatro. En los numerosos escenarios del Sendero de San Silvestre ya se escucha música desde la tarde. Grupos en vivo y DJs ofrecen música para todos los gustos: pop, rock, soul, blues, funk, disco, jazz o clásica. Y los gastrónomos del Sendero de San Silvestre hacen disfrutar al público con las especialidades típicas, como por ejemplo la sopa de gulasch, las salchichas Sacher, el plato dulce del Kaiserschmarren y los Krapfen (buñuelos) de Año Nuevo.
A quien prefiera ver cómo bailan los demás se le recomienda la Herbert von Karajan Platz, situada junto a la Ópera del Estado, donde en una gran pantalla LED pueden verse proyectadas escenas de ópera y ballet antes de que a las 19 h. empiece la retransmisión en directo de la opereta de Johann Strauss El murciélago desde el interior del edificio.
Con niños, se recomienda especialmente la visita de la Casa de la Música o del barrio de Seestadt Aspern, ya que en ambos lugares se ofrece un variado programa infantil. Una recomendación especial para el último día del año es pasar el día en uno de los montes de la ciudad: atravesando los viñedos y los bosques de Viena se llega hasta los montes Cobenzl, Himmel, Kahlenberg o Leopoldsberg. Desde ningún otro lugar podrá disfrutar mejor de los magníficos fuegos artificiales a medianoche.
Las celebraciones de la ciudad tienen lugar por doquier y cuando suena la gran campana de la Catedral, la Pummerin, toda la ciudad se pone a bailar el vals y miles de personas dan vueltas al compás del tres por cuatro. Nada es tan adecuado para expresar los buenos deseos para el año entrante como el vals de Johann Strauss El bello Danubio azul. Mientrastanto, los fuegos artificiales relucen en el cielo nocturno y sumergen la ciudad en una luz mágica. ¿Y el día de Año Nuevo? Se puede gozar de la retransmisión en directo del mítico Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena a partir de las 11 h. en la Plaza del Ayuntamiento.
